Por Beatriz Benavente Caballero
(2º Bachillerato).
Desde el
momento en que nacemos nos situamos en un camino con obstáculos, los
cuales, hay que superar día a día. Para ello tenemos que tomar
muchas decisiones a lo largo de nuestra vida que nos ponen en un
lugar u otro y de las cuales podemos arrepentirnos con el paso del
tiempo. Algunas decisiones pueden ser más o menos dolorosas pero
tarde o temprano hay que decidir para poder seguir avanzando por
nuestro camino.
No
obstante, ¿somos realmente nosotros los que decidimos todo en esta
vida? Para empezar no podemos elegir si queremos nacer o no, son
nuestros padres los que se encargan de ello sin saber lo felices o
infelices que podemos llegar a ser en esta vida. Tampoco elegimos los
genes que tenemos, ni las enfermedades genéticas que podemos
heredar, ni siquiera estamos autorizados para decidir las
circunstancias en las que vivimos.
Pues
bien, frente a todo esto la mayoría de las cosas que nos ocurrirán
serán en parte elegidas por nosotros. Sin embargo, a raíz de esto
surgen dos caminos: si tomamos las decisiones correctas y libres, las
que realmente queremos, al final del camino estaremos satisfechos con
nuestra trayectoria; pero si por el contrario las decisiones no son
sino un error tras otro, algo irremediable y cuyo fin no sirve para
nada, entraremos en un abismo desolador y sin salida, pensando
siempre que nuestro final está cerca y cuando éste llegue,
miraremos hacia atrás y nos cercioraremos realmente que nuestra vida
a sido un error, un tropiezo tras otro y en definitiva un continuo
caos.
Lo
único de lo que podemos estar seguros es que algún día todos
terminaremos nuestro camino, unos podrán sentirse felices y otros
infelices, pero tarde o temprano todos moriremos, todos dejaremos de
ser lo que éramos para convertirnos en un cuerpo inútil o en
cenizas encerradas en una urna, convirtiéndonos en nada. Ciertas
personas podrán recordarnos, pero es triste darte cuenta que cuando
esas personas falten tu ya no serás absolutamente nada, ya no
estarás en el recuerdo de nadie, ya no existirás, y no importa lo
feliz o lo infeliz que hayas podido ser, pues cuando llegue ese
momento, ya no importarás, de mono que las raíces que quedaban de
nosotros se secaran, y en tan solo decimas de segundos se
desintegrarán para siempre.