Por Luisa González
(4º ESO)
Andrea, de 12 años,
estaba ingresada en un hospital de Santiago de
Compostela con una
enfermedad terminal e irreversible.
Su familia no pedía eutanasia,
sino que le retiraran el soporte vital y la
sedaran para evitarle
sufrimiento. El Comité de Bioética de Santiago
recomendó
retirarle las máquinas pero el servicio de Pediatría y la
dirección del hospital lo rechazó. En la entrevista que se les hizo
a los
padres de Andrea pedían que no se alargara artificialmente la
vida de
su hija, una decisión a la que se opuso el Hospital Clínico
de
Compostela. Antonio Lago y Estela Ordóñez querían que un juez
fuese
el que tuviera la última palabra sobre el momento en que su
hija Andrea
dejara de comer y, por lo
tanto, de vivir. El padre sostenía que no tenía
sentido estar con
las «manos atadas», mientras veían a Andrea
«demacrada» y
presencian cómo «se le va la vida» en un proceso de
deterioro
«que iría a más y con el dolor que estaba teniendo». Decían
que
harían «lo imposible» por conseguir el objetivo buscado. El
agotamiento físico de la menor era «como el moral, ya no aguanta»,
pero aún los conocía y tenía conexión con ellos, algo que temían
que se
perdiese en breve. Por eso querían «dejarla ir
tranquilamente», ahora
que aún «tenían conexión» .Los dos
lamentaban que su hija siguiera
con el soporte vital que la mantenía
viva. La pequeña Andrea ha pasado
en toda su existencia por un
«montón de sufrimientos», se acostumbró
a convivir con el dolor,
pero todo se complicó cuando ingresó con
trombopenia, con las
plaquetas muy bajas, «entre la vida y la
muerte». Un portavoz del
centro hospitalario ha explicado, no obstante,
que en todo momento
se actuado "con respeto a la legalidad y
siguiendo los
principios de la ética”. El Departamento de Salud del
Gobierno
gallego ha asegurado que los médicos se comprometerían a
la
"limitación del esfuerzo terapéutico. Después de una larga
lucha de
Antonio y Estela, los pediatras del Hospital Universitario
de Santiago de
Compostela decidieron corregir su criterio y este
lunes resolvieron
retirar la sonda de alimentación a Andrea, es
decir, el soporte vital que
la mantenía con vida, dada la petición
de sus padres de darle una
muerte digna por la enfermedad
degenerativa e irreversible que
padecía. Tras cuatro días sin
dolor la menor ha fallecido rodeadas de
los suyos sus progenitores
han logrado vía judicial, que no se prolongue
su vida de forma
artificial: se ha ido en paz y con tranquilidad sin
sufrir.
Sedación:
Es la disminución
deliberada de la consciencia del enfermo mediante
fármacos indicados y con
las dosis proporcionadas con el objetivo de
evitar un sufrimiento
insostenible causado por uno o más síntomas
refractarios.
Eutanasia:
Es la provocación
intencionada de la muerte de un enfermo a petición
de éste por una
enfermedad terminal y dentro de un contexto médico.
Suicidio asistido:
Es la ayuda médica para
la realización de un suicidio, ante la solicitud
de un enfermo,
proporcionándole fármacos que el mismo paciente se
aplica
Si yo fuese Andrea,
preferiría una muerte digna para aliviar un
sufrimiento intenso y
constante de mi persona y la de mi familia.
Y si estuviera en el caso
de la madre de Andrea haría lo mismo que ella; aunque sea duro saber
que no voy a
volver a ver más a mi hija: me dolería muchísimo,
claro, pero prefiero pasar el
sufrimiento de su muerte, antes que
ver a mi hija sufriendo inútilmente.
(Nota. La
información sobre este artículo ha sido recopilada y contrastada en
EL PAÍS, EL MUNDO, y 20 MINUTOS)